Por José Patiño Patiño
(*)Jesús Alberto Cano Vélez
A un año de distancia de su arribo a la Casa Blanca, Donald Trump no parece cansado de la constante trifulca que ha generado desde su cuenta de twitter con el mundo entero. Su actitud confrontadora ha estado presente desde el primer día, e incluso en estos momentos de paralización de su gobierno por falta de autorización presupuestal del Congreso, Trump no se da un respiro y embiste con todo en contra de México.
Cómo no hacerlo si atacar al vecino débil le ha dado muy buenos resultados. Le ha permitido cohesionar a su base de votantes, clase media baja y baja con escasa educación o sin ella, para que lo respalden con entusiasmo, cada vez que les toca el pandero. Ofrecerles un muro en la frontera que impida la llegada de delincuentes mexicanos y el retorno de empleos a territorio estadounidense de las empresas de aquel país que operaban en México, han sido temas muy aplaudidos, que Trump activa cada vez que lo siente necesario. Esta vez, en el súmmum de la desfachatez, el mandatario estadounidense califico a México en su cuenta de twitter como: “El país más peligroso del mundo”, sin tener ningún sustento para hacerlo. Simplemente decidió subirle de tono a sus ataques contra México, y lo hizo. Trump está acostumbrado a jugar rudo y el grado de vulnerabilidad actual de nuestro país se lo facilita. Sus arengas sobre la construcción de un mega muro (pagado por México, insiste Trump) que les dé seguridad a los estadounidenses y ayude a detener el flujo masivo de drogas desde México, son aseveraciones poco precisas de una realidad bastante más compleja que impera en la zona fronteriza. Porque el paso de la droga no se daría si no hubieran de aquel lado de la frontera, manos y mentes que la comercialicen y distribuyan, y claro, millones de adictos que la consumen.
Pero esos son datos, y los datos no importan en la percepción de Donald Trump, porque su realidad pasa por el tamiz de sus prejuicios: racismo, intolerancia, misoginia, machismo, megalomanía. Mentiras como la de México y su peligrosidad mundial, o el muro como barrera eficaz en contra de las drogas, se han repetido una y otra vez, y se han rebatido también, una y otra vez, sin resultados. Trump tal vez las cree, pero aún si no las creyera las seguiría diciendo porque son útiles para alimentar a su base de seguidores.
En todo caso, el cierre del gobierno estadounidense por falta de acuerdo en la aprobación del presupuesto, podría modificar el tono amenazador de Trump hacia México de las últimas semanas: “Si no hay muro no hay tratado” (dijo refiriéndose al TLCAN).
El cierre del gobierno estadounidense, que puede durar de tres días a un par de semanas, dependiendo de las negociaciones en el Congreso de ese país, podría generar una situación interesante. Si no sale pronto el presupuesto para el muro de Trump no habrá muro. O el muro no será tal, si acaso unas bardas modestas con algunos agentes adicionales dentro de la Patrulla Fronteriza. Nada que impresione a la base.
Desde esta perspectiva, no es desatinado pensar que no habrá muro, si como ya hemos visto, se cierra el gobierno y se complica llegar a una resolución. Trump podría estar llegando a las elecciones intermedias con poco que mostrarle a su clientela en este tema. Falta ver cuál sería el impacto real de todo esto, en la renegociación del TLCAN.